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Böcker
Emmanuel Carrère

El Reino

  • Alberto Chimalhar citeratför 7 år sedan
    los profetas, objeto a posteriori de la veneración de Israel, debieron de ser en su tiempo energúmenos fastidiosos al estilo de Jamie, que rezongan sin cesar, exhiben sus llagas de manera indecente, joroban al mundo con su exigencia y su miseria; no en vano el nombre de Jeremías ha acuñado en el lenguaje corriente la palabra «jeremiada».
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    lo que Pablo decía y escribía efectivamente a principios de los años cincuenta, a lo que expresa en particular la primera carta a los tesalonicenses. Él creía con una certeza absoluta que el fin del mundo era inminente, que el proceso ya estaba en marcha. Que toda la creación sufría las angustias de este parto. Los tesalonicenses lo creían, todas las comunidades lo creían. Pero a medida que pasaban los años y el acontecimiento no se producía, no tuvieron más remedio, para que no les tomaran por locos, que explicar este retraso y, en la medida de lo posible, interpretar o limar los textos en los que la profecía incumplida se expresaba con mayor vehemencia. A ello se aplica con celo el autor anónimo y tardío de la segunda carta a los tesalonicenses.
    En la primera, Pablo describía el Juicio Final como algo a la vez repentino e inminente. Pasarían sin transición de la paz aparente a la catástrofe. Todos los que le leían serían testigos. El autor de la segunda epístola describe un proceso largo, complejo, laborioso. Si Jesús tarda en volver, nos explica, es porque antes tiene que venir el Anticristo.
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    Santiago, era distinto: era el hermano de Jesús. ¿Su hermano, de verdad? Exégetas e historiadores discrepan profundamente sobre este tema. Unos dicen que la palabra «hermano» tenía un sentido más amplio y se podía aplicar a los primos, los otros responden que no, que ya había una palabra para designar a los primos y hermano quería decir hermano, y punto final. Esta querella lingüística oculta evidentemente otra sobre la virtud de María y, como se dice en términos técnicos, su virginidad perpetua. ¿Habría tenido otros hijos después de Jesús, y por vías más naturales? ¿O bien –hipótesis transaccional– fue José el que tuvo otros hijos, lo que haría de Santiago un medio hermano? Se piense lo que se piense sobre estas graves cuestiones, hay una cosa cierta, y es que en los años cincuenta del siglo I nadie se las planteaba. No existían ni el culto a María ni la preocupación por su virginidad. Nada de lo que se sabía de Jesús se oponía a que hubiera tenido hermanos y hermanas, y es como «hermano del Señor» que se venera a Santiago, al igual que a sus compañeros del comienzo, Pedro y Juan
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    Insisto: esta historia de la resurrección, cuando los discípulos de Jesús la divulgaron dos días después de su muerte, cuando Pablo se la comunicó a los griegos judaizantes, no era en absoluto la clase de idea piadosa que te viene naturalmente a la mente para consolarte de una pérdida cruel, sino una aberración y una blasfemia
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    Los antiguos se representaban el más allá, a lo cual llamaban los infiernos, como un lugar subterráneo donde las sombras arrastraban una especie de semivida, lentificada, comatosa, larvaria, apenas consciente de sí misma. No era un castigo ir a parar allí, era la condición común de los muertos, con independencia de sus malas acciones o de sus virtudes. Nadie se interesaba ya por ellos
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    No existía. He existido. Ya no existo. ¿Qué importancia tiene?», se lee en una tumba romana.
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    He leído en un artículo erudito que un escriba, en la Antigüedad, escribía setenta y cinco palabras por hora
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    Pablo era judío, Timoteo también, sus interlocutores no lo eran, y no obstante eran Pablo y Timoteo los que se quejaban continuamente de los judíos. A alguien como Lucas el judaísmo le gustaba, le gustaba lo que conocía de la vida judía, y debía de turbarle que de pronto empezasen a hablar mal de ambas cosas. Que esos dos judíos dijeran «los judíos» como si tampoco lo fueran ellos, y «sus profetas», como si tampoco fueran los suyos.
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    Los paganos, vale: son paganos. Su rencor se dirige sobre todos a los judíos. Los judíos no quieren oír el mensaje del que son, sin embargo, los primeros destinatarios. Los judíos no cesan de causarle molestias, de llevarlo ante los tribunales romanos, de amenazar con lapidarlo. Los judíos dieron muerte al Señor Jesús y antes de él a los profetas. Son enemigos de todos los hombres. No le gustan a Dios, serán objeto de su cólera
  • Liliana Lanz Vhar citerati fjol
    Si Poncio Pilatos tuvo que decidirse a condenar a Jesús fue porque Jerusalén era un desbarajuste colonial donde estallaban rebeliones nacionalistas, mientras que en Corinto el orden romano gobernaba pacíficamente
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