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Jordi Sierra I Fabra

Víctor Jara (reventando los silencios)

  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    En lo que respecta a Víctor, como símbolo de lo que sufrió su país —que es "nuestro país", porque todos somos hijos del planeta Tierra—, siempre he pensado que cuando a un artista se le mata para que no pueda reflejar lo que ve, lo que piensa y lo que siente, es porque la barbarie ha llegado a su extremo más cruel. Por esa razón juré, un día, en el momento oportuno, contar en forma de novela la historia de Víctor Jara, aunque sabía que revisitar la historia me costaría mucho dolor, muchas lágrimas. Este año de 1998, en el 25 aniversario de su muerte, el momento ha llegado.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    Un presidente, un cantante y un escritor, resumen la tragedia de aquel Chile violentado por las armas. El presidente Allende murió defendiendo el poder que las urnas le habían dado. Víctor Jara murió porque las canciones, lo mismo que los libros, son la mejor arma de la verdad. El tercero, el Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda, fue la tercera víctima de aquellos hechos, aunque muriera indirectamente a causa de ellos. El 26 de septiembre, dos semanas después del golpe, su precaria salud ya no resistió lo que estaba viendo en su país y se quebró del todo a causa de la tristeza —¡qué singular es que un artista muera de tristeza!—. Su viuda, Matilde Urrutia, al ver que empeoraba, reclamó una ambulancia que los militares le negaron. No se habían atrevido a tocar al Premio Nobel, pero no quisieron ayudarle, tal vez, a sobrevivir. Neruda murió sin atención médica y a las pocas horas su casa era saqueada por soldados ignorantes y estúpidos. Sus archivos, sus originales, su obra viva, quedó destrozada, como días antes se habían organizado quemas de sus libros por parte de los militares y los ultraderechistas en todas las universidades y bibliotecas del país. Los militares las consideraban subversivas.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    El 11 de Septiembre de 1973, muerto el presidente Salvador Allende e instaurado el toque de queda en toda la nación, los militares victoriosos prometieron "extirpar el marxismo hasta las últimas consecuencias" en Chile. Los campos de fútbol y pabellones deportivos estaban ya repletos de sospechosos que iban siendo fusilados de forma progresiva. Las "cifras oficiales" fueron de 3.197 personas muertas, más 1.198 desaparecidas. Pero durante los tres meses siguientes al golpe, se calcula que 125.000 seres humanos fueron internados en el Estadio Nacional y el Estadio Chile, amén de otros campos deportivos vallados, y que un mínimo de 15.000 personas fueron asesinadas y otras miles más "desaparecieron", aunque aún hoy no hay nada claro al respecto. De ello se encargaron los militares golpistas. La represión alcanzó inicialmente al 1,25% de la población, pero de los diez millones de chilenos según el censo de la época, llegó a decirse que uno acabó siendo víctima de la represión o acabó exiliándose en los meses inmediatos al golpe. Es decir, el 10% de la población nacional.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    El fin del mundo aconteció en Chile un 11 de Septiembre de 1973.

    Una esperanza de libertad cayó derribada por el odio entre hermanos un 11 de Septiembre de 1973.

    Pero las canciones de Víctor Jara siguieron sonando.

    Y Chile se levantó.

    En busca de un nuevo mundo y una nueva esperanza.

    Aunque fuese a través de una larga, muy larga posdata.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    Entonces vio la luna de Lonquén, el sol de sus mañanas, las manos de Manuel, la sonrisa de Amanda. Y vio a María, a Coca, a Lalo y a Roberto. Y vio a todos sus amigos, a músicos y escritores, poetas y actores, bailarines y profesores. Vio a Violeta, a Isabel y a Ángel, a Cuncumén, Quilapayún e Inti-Illimani. Vio a miles de rostros sonriéndole, coreando sus canciones, rostros anónimos pero entrañables, en Chile, en Cuba, en México, en la Unión Soviética, en Perú, en Francia, en Checoslovaquia, en Holanda, en Polonia, en Bulgaria, en Inglaterra, en Alemania, en Argentina, en Uruguay, en Paraguay, en Venezuela, en Colombia, en Costa Rica, en..... en todos los lugares del mundo en los que había cantado.

    Rostros de amor, felices porque había existido.

    Y vio a Joan, a Manuela y a Amanda.

    Solo entonces, llegó al final.

    Dejó de sentir.

    Voló hacia la paz.

    Podían matarle el cuerpo, no el alma; la voz, no sus canciones; sus discos, no su eco; su rostro, no su imagen; su vida, no su dignidad ni su orgullo.

    Tanto odio.

    El silencio...

    Puro tránsito...

    Tanto amor.

    —Víctor.

    Abrió los ojos.

    Allí estaban todas sus canciones.

    —¿Sí?

    Había llegado.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    Reinaba el silencio. Un silencio crepuscular con sabor a nada y a muerte, con olor a vacío y desesperanza. Ya nadie quería escuchar la radio. Todas las emisoras retransmitían música militar. La música de los vencedores.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    El último mensaje de Salvador Allende.

    —Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza —pausa—. La historia es nuestra y la hacen los pueblos —pausa—. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

    Última pausa.

    Silencio.

    Los aviones terminaron el bombardeo del Palacio de La Moneda.

    Alguien gritó:

    —¡Radio Magallanes sigue emitiendo!

    —...por lo que en cualquier momento nos pueden interrumpir, y hasta disparar. Pero seguiremos aquí hasta el final.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    "Tal vez le oí un día. Tal vez amé con sus canciones. Tal vez soñé en un mundo mejor con ellas. Tal vez, tal vez", pensó el soldado.

    Pero ahora estaba sordo en vida, porque llevaba un arma, el uniforme de la intolerancia, el silencio de la obediencia.

    Y tenía miedo.

    —Destrócenle las manos.

    Y las manos le destrozaron.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    Yo no quiero una guerra. Ni quiero que volvamos atrás. Yo no quiero la muerte. Ni quiero que una docena de personas amparadas en los uniformes de otra docena, sumerjan de nuevo a mi pueblo en la miseria y la ignorancia. Yo no odio. Pero me están matando la paz.

    Y la paz es frágil paloma.
  • Yatzel Roldánhar citeratför 4 år sedan
    Tengo miedo.

    La negra sombra del fascismo avanza y nos está embruteciendo el alma. Cada canción es un grito, pero su respuesta es la muerte.
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