–Quiérelo –dijo Jacques con vehemencia–, quiérelo y deja que te quiera. ¿Crees que hay algún otro asunto terreno que verdaderamente importe? Y en el mejor de los casos, ¿cuánto puede durar?, dado que los dos sois hombres y todavía podéis ir donde queráis. Cinco minutos nada más, te lo aseguro, cinco minutos nada más, y casi todos ellos, hélas!, en la oscuridad.