El problema de ser demasiado bueno

Sin embargo, cumplir con el deber no le hace a uno bondadoso. Solo lo hace obediente. Para que exista bondad hay que actuar haciendo el bien, aunque sea a costa de desobedecer. Y el bien no es solo para uno mismo, sino siempre para un bien mayor. Por cumplir con el deber se han realizado atrocidades y se justifican aún guerras y fundamentalismos de todo tipo.

Ya no «somos», sino que nos convertimos en lo que se espera que seamos

«ser bueno» se ha convertido en una herramienta de control y de poder sobre las personas.

Vamos de un bien personal a un bien mayor, el de los demás, que aspira a un bien superior que no es otro que un mundo habitado por la bondad

No hay activismo sin causa. Y la causa, que es la humanidad entera, empieza por lo más próximo, uno mismo, sus relaciones y la capacidad de actuar haciendo el bien

Junto a esos buenos corazones, también están las personas que investigan y disciernen sobre cómo aportar al mundo una propuesta activa que lo mejore. Cómo contribuir al crecimiento de la conciencia de las personas y dotarlas de un propósito y un sentido que las trascienda. La bondad, al final, no es para que uno se convierta en una buena persona en el sentido moral, sino en un activista del bien

En este caso, el nombre sí hace a la cosa y

El camino de la interioridad es necesario, es un camino de perfeccionamiento espiritual, aunque no es el único. También puede desarrollarse la bondad a través del arte, a través de la conexión con la naturaleza o mediante la acción entregada hacia causas humanitarias. L

El camino de la interioridad es necesario, es un camino de perfeccionamiento espiritual, aunque no es el único. También puede desarrollarse la bondad a través del arte, a través de la conexión con la naturaleza o mediante la acción entregada hacia causas humanitarias. L

Lo importante es que la experiencia se integre y se interiorice para dirigir posteriormente nuestra atención