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Böcker
Andrés Barba

Las manos pequeñas

  • aprilhar citerati fjol
    Ya no habría humildad ni súplica en su voz, como quien descubre algo terrible dentro de sí y ya no siente miedo ni vergüenza, sino arrogancia.
  • aprilhar citerati fjol
    Pero Marina no reac cio na ba, no se acercaba. Estaba ahí, pacientemente; cerró también los ojos cuando se lo dijeron, y vimos la espuma que caía de su pelo resbalando por el cuerpo hasta los pies, y el remolino de la espuma en el desaguadero lo vimos también, y la toa lla con la que la secaron.
  • aprilhar citerati fjol
    «Yo la película la había visto ya, en el cine, por eso ya sabía quién era el malo, y me ha gustado menos, porque las películas gustan menos casi siempre la segunda vez que las ves.»
  • aprilhar citerati fjol
    Por el jardín sentía Marina una piedad en el estómago, amable, parecida a la cercanía. Una piedad en la que no se podía echar raí ces, pero que, sin embargo, se podía amar. Por la casa sentía el miedo de la defensa, como si los dos –ella y el edificiofueran en rea li dad dos personas que estuvieran sometidas a un mismo tirano irracional al que debían padecer.
  • aprilhar citerati fjol
    No conocimos la tristeza hasta que conocimos la comparación.

    Nacía de
  • aprilhar citerati fjol
    La niña no se derrama, no llora, no reacciona.
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