La daga

No te esfuerces por olvidar que te duele.

Primero ocúpate de la supervivencia y luego de la moral.

experimentó un extrañísimo placer: el de rendir obediencia gustosa a un poder superior comprometido en una causa absolutamente justa.

Me parece que el sitio adecuado para plantar cara a la crueldad es aquel donde uno la encuentra, del mismo modo que es buen sitio para prestar ayuda aquel donde uno se topa con alguien necesitado.

Cada uno de esos acontecimientos fortuitos podría haber dado a sus vidas un rumbo distinto.

Lee estaba acostumbrado a su silencio, y ella al de él. No hablaban si no tenían necesidad.

Lo que hay que hacer es relajar la mente y decir sí, duele, ya lo sé. No te esfuerces por olvidar que te duele.

Si no los ves, estás a salvo —explicó un niño—. Si los ves, sabes que te vencerán.

los veía con forma de humanos solo porque eso esperaban ver sus ojos. De haberlos percibido con su auténtica apariencia, habrían semejado más arquitecturas que organismos, una suerte de gigantescas estructuras compuestas de inteligencia y sentimiento.

Cree que las cosas tienen que ser posibles? ¡Solo tienen que ser verdad