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«Es muy probable que la literatura nazca, en gran medida, del viaje, del relato que el nómada compartía alrededor del fuego. El relato del viajero está seguramente en el origen de la ficción narrativa», dice Marta Salís en la presentación de esta antología. Fuente tan antigua como inagotable de epopeyas, novelas, poemas y cuentos, la experiencia del viaje −aventurarse y conocer− es la materia de los sesenta y cinco relatos aquí reunidos, que cubren un arco temporal de casi tres siglos de la tradición occidental. Sea cual sea el medio de locomoción –en burro, en barco, en tren, en globo, en nave espacial−, o su motivo y propósito –exploración, conquista, placer, trabajo, necesidad, liberación−, rara vez el viaje abandona su dimensión simbólica: desde antiguo se presenta como una alegoría de la vida humana y ha sido por tanto, un pretexto, una especie de escenario móvil, para plantear dilemas de identidad, tribulaciones psíquicas, conflictos sociales, valores culturales en entredicho, visiones políticas… De Jonathan Swift a Alan Hollinghurst, Viajeros ofrece una rica variedad de tratamientos y puntos de vista, de la mano de autores como Voltaire, Nathaniel Hawthorne, Jules Verne, Guy de Maupassant, Antón P. Chéjov, Edith Wharton, Ramón María del Valle-Inclán, Katherine Mansfield, Isaak E. Bábel, Johannes V. Jensen, Cesare Pavese, Jane y Paul Bowles, Flannery O’Connor, Langston Hughes, Juan Rulfo, Margaret Drabble y Clarice Lispector, entre muchos otros.
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Ursprunglig publicering
2020
Utgivningsår
2020
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Citat

  • Isaías Sepúlvedahar citerati fjol
    Bien sabe Dios que yo albergaba tan poca esperanza como deseo de vivir en medio de la tempestad; y era algo que escapaba a mi voluntad, pues iba más allá de mi entendimiento. ¿Por qué trabajar tan duramente para conservar la vida?
  • Isaías Sepúlvedahar citerati fjol
    Es muy probable que la literatura nazca, en gran medida, del viaje, del relato que el nómada compartía alrededor del fuego.
  • Nat Cabildohar citeratför 3 år sedan
    No sé decir a mi excelente dama qué pensaba cada hombre en medio de la confusión en que nos veíamos sumidos. Para mí, esa vía de agua fue como una herida infligida a unos hombres a las puertas de la muerte. Bien sabe Dios que yo albergaba tan poca esperanza como deseo de vivir en medio de la tempestad; y era algo que escapaba a mi voluntad, pues iba más allá de mi entendimiento. ¿Por qué trabajar tan duramente para conservar la vida? Pero eso hicimos, no sé si por lo mucho que apreciamos unas cuantas horas más de vida, o porque nuestra doctrina cristiana nos enseña cuánto debemos a los ritos de la Naturaleza, así como el compromiso de no engañarnos ni traicionar nuestro instinto de conservación; en los momentos de mayor desesperanza, nada debe asombrarnos de Él, fuente generosa y esen‍

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