Que sepáis que me acuerdo mucho de vosotros y vosotras y de los buenos ratos pasados diciendo barbaridades, de lo que me alegro, porque ha resultado que los bárbaros son unos chicos majísimos. Y que, eso, que perseveréis en ser palizas hasta la extenuación: son méritos que se acumulan y que luego sirven bastante aquí para la promoción interna. Os lo digo yo que, tras haber visitado el cielo, he alcanzado la dichosa estancia en el Purgatorio. Y os lo digo porque el otro día me encontré con el Jefe, que esta vez iba disfrazado de Camps, que parecía una mojama con fiebre, y le pregunté por Alicante y me dijo que no acaba como Sodoma y Gomorra por algunos justos que la justifican. Y entonces me acordé de vosotros. Adrián López. Adrián estará con nosotros mientras en nuestra pluma (o nuestro ordenador) se adivinen huellas de sus enseñanzas, que fueron muchas, y buenas, y muy divertidas dentro del pesimismo propio de la situación en que se encuentra esta ciudad que tanto queremos y tan poco nos gusta. Hasta luego, Adrián, nos veremos en el limbo de los ilusos.