lenguaje mucho más ceñido que el nuestro, un lenguaje que ya no conozca la separación actual de la literatura, la crítica, la filosofía; un lenguaje, en cierta forma, absolutamente matinal y que recuerde, en el sentido de volver a escuchar, lo que pudo ser el primer lenguaje del pensamiento griego? ¿No podremos decir una cosa más: que, si la literatura tiene actualmente un sentido, y el análisis literario en el sentido en que acabo de hablar de él tiene actualmente un sentido, es acaso porque presagian lo que será el lenguaje, porque son acaso signos de que ese lenguaje está naciendo? ¿Qué es, después de todo, la literatura? ¿Por qué apareció en el siglo XIX, como decíamos ayer, y ligada al curioso espacio del libro? Quizá la literatura, esa invención reciente que data de hace menos de dos siglos, sea precisamente eso; quizá sea, en lo fundamental, la relación que está constituyéndose, la relación que está tornándose oscuramente visible, pero aún no pensable, del lenguaje y el espacio.