Descuidaba más y más la atención, no ya a la casa, sino a sus hijos y a su hombre; ellos eran como las vagas ocurrencias que acuden a la mente de una instantes antes de dormirse, los difusos contornos matinales y nocturnos de su jornada, los bordes oscuros que hacían su vida diurna con los Fisher más luminosa, más delicada, más bella