El inspector de policía Miguel Palacios supo que las muertes de su novia Clara Ayala y su hija no habían sido a causa de un accidente casero, como figuraba en los informes oficiales.
Decidido a descubrir qué se ocultaba tras los dos fallecimientos, combinó la investigación policial, al frente de los subinspectores Arias, Ramírez y Román, con la suya propia, al margen de la ley y de la justicia.
La novela Bolas de naftalina dejó el caso sin resolver, revelando la doble actividad de Palacios, desconocida por todos sus colabora-dores. Ahora, un nuevo caso abre de nuevo la investigación, que mantendrá al equipo de policías contra las cuerdas, tratando de localizar a una niña desaparecida, antes de que el responsable de la trama, todavía sin identificar, haga de ella su víctima.
Una vez más, la tensión del lector se sostiene gracias al ritmo continuo del relato, y a la descripción detallada de los personajes y de las escenas que componen la trama, que mantienen la incertidumbre y la sospecha hasta el final.