«Lo menos riesgoso y lo más sencillo para Fidel hubiera sido entenderse con los norteamericanos y pactar con la clase media cubana, fuerte, numerosa y, en el primer momento, «fidelista» hasta el delirio. Pero esa manera de actuar hubiera puesto limitaciones al poder de Fidel (...). [Por ello] decidió la jugada más audaz y más riesgosa en el arsenal de la diplomacia: la inversión de alianzas. Lo cual, realizado [con éxito], comprometió en su defensa a la otra gran potencia [nuclear][53].»