Caliente

María Llopis ha sido pionera en la escritura acerca de la sexualidad durante el embarazo. Primero desde su blog, bajo la etiqueta Maternidades subversivas, y más tarde desde un libro homónimo. Como la propia autora señala, se tiende a infantilizar a la mujer encinta, a convertirla en una máquina gestante que durante nueve meses de embarazo y la posterior crianza debe reprimirse para no hacer daño a su hijo, para no traicionar a su pareja sexual o para no ser mala madre. «El embarazo, el parto y la crianza son estadios sexuales —advierte—, negarlos supone una pérdida de nuestro potencial sexual.

«Los seres que amo son criaturas. Son nacidas del azar de un encuentro entre un padre y una madre. Mi encuentro con ellos también es un azar. Ellos se irán. Cometen actos que combinan el bien y el mal. Lo sé desde lo más profundo de mi corazón y no los amo menos».

«Los seres que amo son criaturas. Son nacidas del azar de un encuentro entre un padre y una madre. Mi encuentro con ellos también es un azar. Ellos se irán. Cometen actos que combinan el bien y el mal. Lo sé desde lo más profundo de mi corazón y no los amo menos».

Masha y Serguéi no es trágica, sino profundamente optimista. Lo que el autor de Ana Karénina expone, a través de las palabras de la esposa, es que hasta los amores «más fuertes» necesitan renovarse, separarse o repensarse para sobrevivir.

El amor del lobo: «Un día, no sé cuándo, decidieron llamar amor a un conjunto de fenómenos físicos extraños, incalificables, ¿es dolor? Pero a partir del momento en que se pone el nombre sobre la quemadura en el pecho, se interrumpe la violencia de lo extraño y se comienza a olvidar el horror antiguo bajo la palabra nueva».

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De acuerdo con Kristeva, la fidelidad debería ser ese estado mental, y no imposición opresiva de no separarse nunca, o de no conocer jamás a ningún otro hombre o mujer.

Cixous se lo rebate en su ensayo La joven nacida, en el que invita a explorar una escritura corporal, es decir, una escritura que nazca conscientemente de la diferencia de los cuerpos, y sobre todo del reconocimiento de las experiencias únicas.

Así que tal vez no exista una «escritura femenina», pero sí una experiencia asociada a lo femenino que debe ser narrada, problematizada, expuesta.

«La profundidad de las cosas siempre se asocia con la seriedad y no con el gozo», dijo Cristina Morales en una entrevista de la revista Exit. Aunque ella se refiriera al ámbito literario y al retrato del placer de sus personajes femeninos de Lectura fácil, podría comparar estas declaraciones con la indignidad que históricamente ha significado en el ámbito médico el estudio de la sexualidad femenina.

Punsoda afirma que es nuestro deber pensar en las consecuencias que acarreará nuestro deseo en los demás. Aunque muchas veces se haya dicho que la libertad de un individuo termina donde empieza la libertad de otro, también es cierto que el reto de una sexualidad respetuosa y placentera reside en el modo en que el consentimiento nos permita mezclar esas libertades, para que no sean excluyentes la una con la otra, sino que se diluyan y, en el mejor de los casos, se expandan.