lo tanto, las tecnologías deben usarse para cubrir las carencias de la enseñanza tradicional y ser un complemento para el aprendizaje. De modo que no se trata de suplir unos modelos por otros, sino de ofrecer al alumnado más posibilidades de adquirir el conocimiento, ya que el uso indiscriminado de las tecnologías puede entorpecer el aprendizaje (Cebrián, 2003)