Eran algo así como unos conos enormes, iridiscentes, de unos tres o cuatro metros de altura y otros tantos de diámetro en sus bases; parecían hechos de alguna sustancia rugosa y semielástica. De su vértice nacían cuatro tentáculos flexibles, cilíndricos, de unos treinta centímetros de espesor, y de la misma sustancia rugosa que el resto.