Encontrando a Dios en medio de nuestros problemas

Las actividades normales de la comunidad cristiana, a saber: ir a la iglesia, estudiar la Biblia y orar, no constituyen un remedio suficiente.

Por favor, acariciad mi ego y ayudadme a sentirme bien en el uso de los dones que Dios me ha dado.”

Sin decirlo con palabras, les dejaba el mensaje siguiente: “Os necesito.

Había estado ante un auditorio lleno de amigos que habían venido para compartir nuestra pena y todo lo que quería era que aplaudieran mis habilidades de orador.

Me llenaba de tristeza el darme cuenta de que aún en el sepelio de mi propio hermano, no había conseguido sustraerme a este maldito orgullo.

¡Y qué bien me ha quedado esta pausa!” Inmediatamente después, como si recibiera una bofetada en plena cara, me di cuenta de que me preocupaba más de la imagen que daba de mí mismo que del impacto real de mi mensaje.

Durante este silencio, que duró unos dos o tres segundos, me sorprendí al albergar el pensamiento siguiente: “¡Lo he bordado!

Nadie está a salvo de la tendencia de colocarse en primer lugar.

Larry Crabb cuenta en el epílogo de este libro que su oración contestada para recibir una percepción más deslumbrante de Cristo dio paso a una oración más intensa aún: “Señor, si no te revelas a mí de un modo que me atraiga más hacia ti antes que hacia cualquier persona o hacia cualquier cosa, prefiero morir.”

Pero, es el lugar ideal para descubrir a Dios.