n la Granja todo el mundo sabe que su hermana, Hindley, no estaría bajo tierra si no fuera por Heathcliff. Si bien se mira, es preferible ser objeto de su odio que de su amor. ¡Cada vez que me acuerdo de lo felices que éramos antes de que llegase él, de lo feliz que era Catherine, no puedo por menos de maldecir aquel día!
»Probablemente a Heathcliff le impresionó más la veracidad de aquellas palabras que el tono con que eran pronunciadas. Habían logrado arrancarle de su marasmo, como lo probaban las lágrimas que corrían por su rostro y los suspiros que entrecortaban su agitada respiración.
»Le miré de lleno a la cara y me eché a reír displicente. Las ofuscadas ventanas del infierno lanzaron hacia mí unos llameantes y momentáneos destellos. Pero el diablo, que siempre suele estar montando guardia detrás de ellas, se encontraba ahora tan hundido y absorto que no me atreví a aventurar otro nuevo dardo de burla.