En 1985, Manuel Vázquez Montalbán lamentaba en su columna de El País la pérdida de conciencia crítica de la sociedad española durante la Transición. En su opinión, solo la protesta obrera contra la reconversión industrial había demostrado cierta capacidad de rearticulación frente a los designios del poder. Esta resistencia comenzó en Sagunto con el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo que afectó a miles de trabajadores y sus familias. Fueron catorce meses de huelgas, manifestaciones y encierros hasta que el 5 de octubre de 1984 el horno alto número 2 se apagó. Los trabajadores, conscientes de que solo podían aspirar a una rendición digna, habían aceptado el cierre a cambio de unas condiciones de despido menos traumáticas. El siglo XXI, con la pérdida de un modo de vida, de su cultura del trabajo y su identidad de clase, había echado a volar en aquella batalla de Sagunto.
Estas páginas rememoran unos hechos que invitan a volver la mirada sobre la lucha obrera, no como un ejercicio de nostalgia, sino como una reflexión sobre los retos sociales y democráticos que tenemos por delante.