La Segunda República, no sólo laica, sino furibundamente anticatóloca, nos llevó a la Guerra Civil. Afortunadamente para todos, la media España que se sublevó y venció, optó por la legítima defensa, en lugar de poner la otra mejilla. El referéndum de 1966 parecía asegurar una transición ordenada. No fue así. El Estado de las Autonomías no funciona, el nuevo rey lo va a tener difícil. Démosle un margen de confianza.