El códice perdido

Cada cosa a su tiempo. Cuando vuelvan a intentar despojarnos nos volveremos a defender. Usaremos nuestro códice, pintaremos otros más. Emplearemos todo nuestro ingenio y toda nuestra valentía. Y, sobre todo, nunca nos dejaremos derrotar, como las lagartijas no se dan por vencidas, aunque caigan mil veces de la pared.

Para las lagartijas, sobrevivir un día más es ya una gran hazaña.

Luego, al verlos sonreír a ellos también, su corazón se dio cuenta con dolor de que, a veces, para obtener lo más importante hay que renunciar a lo que no lo es tanto.

Para revelar la verdad debemos mentir a veces. Para desenmascarar a los culpables debemos portarnos como ellos —con un gesto de disculpa señaló a los hombres tecolote cuyos cuerpos habían comenzado a temblar, impulsados por la fuerza incontenible de su inquina.

Porque un cargador de excrementos como yo no tiene nada que perder y sí mucho que aprender de las tonterías y los desvelos de quienes se sienten mejores que él. Porque quiero tener algo nuevo para contar a mis nietos y también espero tener mucho de que burlarme con ellos.