Cuando Ava McKenna dejó el vecindario donde había crecido, nunca planeó mirar atrás. Y durante diez años no lo hizo. No hasta que Mateo Ortega, el atractivo y encantador muchacho de la casa de al lado, apareció para pedirle ayuda. Mateo necesitaba un favor; en realidad, necesitaba una falsa prometida, y pensó que Ava sería la mujer perfecta para la farsa. Ava sabía que le debía un favor a la familia Ortega pero, cuando miró a los espléndidos ojos marrones de Mateo, se dio cuenta de que saldar la antigua deuda podría poner en peligro su corazón.