A veces los muchachos tienen un valor a prueba de balas, y sin embargo no poseen un ánimo a prueba de desencantos. Si al menos yo y otros veteranos pudiéramos convencerlos de que su obligación es mantenerse jóvenes. No envejecer de nostalgia, de tedio o de rencor, sino mantenerse jóvenes, para que en la hora del regreso vuelvan como jóvenes y no como residuos de pasadas rebeldías. Como jóvenes, es decir, como vida.