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Böcker
Georges Bernanos

Diario de un cura rural

  • juan diego esquivias padillahar citeratför 8 månader sedan
    ¡Dios mío! Te lo entrego todo del mejor grado. Claro que no sé dar, doy las cosas como si me las quitaran. Lo mejor es estarme quieto. Pues si yo no sé dar, Tú sabes coger... Y, sin embargo, me habría gustado ser por una vez, tan sólo por una vez, liberal y magnífico hacia Ti.
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 8 månader sedan
    La duda en sí no es humildad, hasta llego a creer que es algunas veces la forma más exaltada, casi delirante, del orgullo, una especie de ferocidad celosa que hace que un desgraciado se vuelva contra sí mismo para devorarse. El secreto del infierno debe de estar ahí
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 8 månader sedan
    Nuestras virtudes se confunden con nuestros vicios hasta tal punto que el propio Dios tendrá trabajo en distinguir los malos de los santos de la familia, si es que por casualidad existen estos últimos.
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 9 månader sedan
    —Escucha —dijo—, no creo haberme equivocado respecto a ti. Trata de responder a la pregunta que voy a hacerte... No es que mi prueba valga mucho, es tan sólo una idea mía, un medio de reconocerme y algunas veces me he engañado, como es natural. He reflexionado mucho sobre la vocación. Todos nos hemos sentido llamados, de acuerdo, pero no de la misma manera. Y para simplificar las cosas comienzo por situarnos a cada uno de nosotros en su verdadero lugar en el Evangelio. ¡Claro que eso nos rejuvenece dos mil años! Pero el tiempo no es nada para Dios y su mirada lo atraviesa. Me digo a mí mismo que mucho antes de nuestro nacimiento, para hablar en lenguaje humano, Nuestro Señor nos encontró en alguna parte, en Belén, en Nazareth, en los campos de Galilea... ¿qué sé yo? Un día entre los días, sus ojos se fijaron en nosotros y, según el lugar, la hora y la coyuntura, nuestra vocación tomó un carácter particular. Claro que no aspiro a dar un carácter teológico a mis palabras.
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 9 månader sedan
    —Desengáñese usted —le dije—, soy el servidor de un amo poderoso, y como sacerdote no puedo absolver más que en su nombre. La caridad no es lo que el mundo imagina, y si quiere usted reflexionar en lo aprendido antes, convendrá conmigo en que hay un tiempo para la misericordia y un tiempo para la justicia, y que la única desgracia irreparable es hallarse un día, sin arrepentirse, ante la Faz que perdona.
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 9 månader sedan
    ¡No, no he perdido la fe! La crueldad de la prueba, su brusquedad de rayo, inexplicable, han trastornado mi razón, mis nervios, agotando —¿quién sabe si para siempre?— el espíritu de oración, llenándome hasta los bordes de una resignación tenebrosa, más horrible que los grandes sobresaltos de la desesperación, esas caídas inmensas del ánimo, pero mi fe ha quedado intacta, la siento. ¿Dónde está? No puedo alcanzarla. No la encuentro ni en mi pobre cerebro, incapaz de asociar correctamente dos ideas, que no tiene más que imágenes delirantes, ni en mi sensibilidad, ni tan siquiera en mi conciencia. Algunas veces llega a parecerme que se ha alejado, que subsiste donde yo no me hubiera atrevido a buscarla; en mi carne, en mi mísera carne, en mi sangre y en mi carne, mi carne perecedera pero bautizada.
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 9 månader sedan
    Ten en cuenta que frecuentemente es rico sin su intervención, por el simple juego de fuerzas económicas, como ellos dicen. Si un millonario quiebra, millares de personas se quedan en el arroyo. Así podemos imaginarnos lo que ocurre en el mundo invisible cuando da un traspiés uno de esos ricos de los que antes he hablado, un administrador de la gracia de Dios. La seguridad del mediocre es una estupidez. Pero la seguridad de los santos... ¡Qué escándalo! Hay que estar loco para no comprender que el riesgo es la sola justificación de la desigualdad de las condiciones sobrenaturales. Es nuestro riesgo... el tuyo, el mío.
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 10 månader sedan
    Se cree, ¡ay!, a los psiquiatras, y el unánime testimonio de los santos no se tiene siquiera en cuenta.
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 10 månader sedan
    El mal sembrado a voleo germina casi siempre. En cambio, a la menor semilla de bien le hace falta, para no ahogarse, una suerte extraordinaria, un prodigiosa dicha
  • juan diego esquivias padillahar citeratför 10 månader sedan
    ¿Cómo dar al Pobre, heredero legítimo de Dios, un reino que no es de este mundo?
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