El derecho a no estar de acuerdo

bien es cierto que quizás, no podamos nunca aproximarnos a una verdad definitiva y absoluta, la ciencia nos facilita un conocimiento bastante confiable

lo que hay que respetar son las personas y no las ideas.

decía Savater, lo que hay que respetar son las personas y no las ideas. Obviamente, aceptar la diferencia no autoriza el ejercicio de la violencia, lo que se defiende es el derecho a rebatir, cuestionar y reñir amablemente.

Pensar, es ejercer la opción a discrepar. Tal como decía Savater, lo que hay que respetar son las personas y no las ideas. Obviamente, aceptar la diferencia no autoriza el ejercicio de la violencia, lo que se defiende es el derecho a rebatir, cuestionar y reñir amablemente

Pensar, es ejercer la opción a discrepar. Tal como decía Savater, lo que hay que respetar son las personas y no las ideas. Obviamente, aceptar la diferencia no autoriza el ejercicio de la violencia, lo que se defiende es el derecho a rebatir, cuestionar y reñir amablemente

Cuando alguien rompe los moldes convencionales o controvierte la tradición, los ortodoxos entran en pánico y se sienten profundamente heridos y amenazados. Algunas reminiscencias de esto: “¿Cómo te atreves a decir que la tierra es redonda?” “¿Cómo se te ocurre pensar que el hombre desciende del mono?” “¿De dónde sacas que puede haber más de un Dios”? Krishnamurti decía que el pensamiento nuevo sólo puede alcanzarse cuando nos alejamos del mundo conocido, es decir, cuando rompemos las ataduras con el pasado.

Aceptar como verdadera una afirmación de alguien porque el sujeto pertenece a una tradición debidamente acreditada y respetada, es inconcebible para una mente pluralista

Pensar, es ejercer la opción a discrepar. Tal como decía Savater, lo que hay que respetar son las personas y no las ideas.

La petición de principio es una práctica muy extendida en el mundo: “¡Lo dijo el maestro!” Inamovible, irrevocable. Apelar a una fuente venerable (un autor consagrado, un poder) para defender una opinión muestra una debilidad implícita, porque si hubiera argumentos suficientes, no habría que recurrir a ninguna magnificencia especial. No digo que haya que desconocer caprichosamente al hombre sabio, sino que la verdad no se proclama ni se decreta; más bien se descubre, se busca, se suda o se sueña.

Krishnamurti decía que el pensamiento nuevo sólo puede alcanzarse cuando nos alejamos del mundo conocido, es decir, cuando rompemos las ataduras con el pasado.