Los lanzallamas

Corrí hasta encontrar una cabina de teléfono que no estuviera rota, y marqué el número. La operadora me dijo que no podía enviarme a nadie si no le daba la dire

Las mujeres no serán más que un coño de bolsillo –dijo Lonzi–.

Lonzi decía también que lo único que valía la pena amar estaba aún por llegar, y por lo tanto era imprevisible. Sólo un cretino o un mentiroso trataría de predecir el futuro: el futuro tenía que vivirse en el momento presente, en el ahora, con su intensidad.

En mi generación hay dos grandes artistas –dijo–. Uno de ellos es Smithson y el otro es mi amigo Sammy.

–Y mi madre era puta.

Después de estar con Thurman y Nadine, era como si la razón se nos hubiera aparecido. No decía cosas inconexas ni faltas de lógica, ni hacía fotos del techo. Hasta Th

. Un trabajo, sin embargo, por mucho que lo necesitara, podría aislarme aún más. No.

–Ahí va Henri-Jean –dijo Giddle.

–¿Le conoces?

–Sí, vive en el barrio.

Valera, con su elegante cartera de piel, no formó parte de ninguna turba bohemia mientras fue estudiante en Roma.

ACEITE DE POSIBILIDAD y SOMBRA QUE CORRE SIN REMORDIMIENTO BAJO EL CIELO AZUL INFINITO; y AMOR Y ODIO SON / LA MISMA COSA / FORJADA EN TU RUEDA / NEGROS LOS DOS / COMO CAÑONES PRUSIANOS DERRETIDOS / SIN LA MANCHA DE LA DERROTA.