El amor de Olivia Johnson por Noah Smith, una década de promesas y desencuentros, encontró su fin ante la solitaria lágrima de Charlotte Brown, la ex amante de Noah. En el momento en que Olivia tomó la difícil decisión de liberar a Noah, una sentencia aún más severa la aguardaba: un diagnóstico de cáncer que dejaba su futuro en la balance.
En un giro del destino irónico, Charlotte se encontraba en necesidad de un donante de riñón. Ante la inminencia de su propia fin, Olivia hizo una elección desesperada: ofrecer su propio órgano como moneda de cambio para ganar una presencia temporal en la vida de Noah, un simple acuerdo de tres meses.
A pesar de que su unión legal se disolvió, la presencia de Noah en la vida de Olivia se mantuvo inalterable. Él la acompañaba a los hospitales, le enviaba presentes, pero su animosidad subyacía, alimentada por la sospecha de que Olivia podría estar compartiendo su corazón con otros. La complejidad de los sentimientos de Noah hacia ella se volvía cada vez más palpable, y él mismo se veía perdido ante la enigma de sus propias emociones.
Tras un duro combate, Olivia finalmente cejó ante su enfermedad. Sin embargo, apenas se habían cumplido seis meses desde su partida, cuando un rostro imprevisto, que parecía sacado de una memoria compartida, irrumpió en la vida de Noah…
