Serginho,
un modesto empleado de un pueblo del Brasil profundo, lleva una vida sin grandes aspiraciones: juega al fútbol, novia con cuanta chica puede e intenta
dejar de fumar. Hasta que, cosas del azar, se encuentra casado con una chica
con “problemas en la azotea”, a causa de un embarazo no deseado. Desempleado,
con la esposa internada y un niño que mantener, siente que su vida colapsa.
Pero alguien arroja una idea: irse a Portugal donde, dicen, un trabajador
intrépido puede rearmar su vida y juntar dinero para regresar hecho a su tierra natal.
Luiz Ruffato crea un relato que, según cómo se lea la nota inicial que advierte que se trata de un testimonio “mínimamente editado”, podría
relacionase con las ficciones borgeanas o con los readymade de Duchamp. Una historia ágil pero de profundidad conmovedora, con un personaje-narrador cuya prosa de a poco va dando lugar al habla de Portugal y logra revelar las diferencias culturales detrás de lo que parecía una misma
lengua.
Un libro entrañable sobre cómo un viaje se transforma en destierro, y un
hombre, Serginho, en el brasileño, ese otro que debe vivir “entre la tierra encontrada y la
tierra perdida”.