«La poesía de Valeria Guzmán está hilada con serpientes y aves incautas. Con una fuerte intuición de la corporalidad, ha trabajado todos sus textos de modo que tanto en Efusiva penitente (2010) como en Ofidias (2019) se libera en el tacto de su yo poético. Su inquietud, más allá del simple discurso espiritual –de aquel fuego (alma) que diferenciaría a animales y humanos, según Aristóteles–, es el cuerpo como realidad en el tacto amoroso y el retorno, o metamorfosis, del cuerpo femenino que se encuentra, otra vez, con su propia naturaleza. Este proceso es conciencia en primer término, pero también muta como resistencia, colmillo y escama. Su obra es un vaivén de concentración ambivalente: el lenguaje y el contenido se funden en una relación extática, meditativa e instintiva.»