Este libro es una reflexión sobre el empeño, sostenido en el tiempo, de Azorín por construir una nación moderna, cohesionada, tolerante, culta y solidaria de ciudadanos cuyas referencias comunes se hallaran en los clásicos ––que, como Cervantes, podían ser a la vez adalides de lo moderno––, pero también en el arte y en el paisaje de cada región española. No en balde, uno de los capítulos del cervantino Licenciado Vidriera estaba encabezado por el significativo rótulo de «Las naciones de España». El mismo parecer dio alas a las Lecturas españolas (1912), donde Azorín indagó sobre la esencia del ambiente español, al tiempo que mostró su preocupación por un próspero porvenir para una España horra de curiosidad intelectual. Esta obra no es solo un libro destinado a azorinistas, ni siquiera a estudiosos de la literatura hispana contemporánea. Late en él un interés por reconsiderar y ponderar la gestión que se hace del legado cultural más valioso de España, una de las principales literaturas universales, acervo artístico del que es hito destacado el propio Azorín.