La cocina de la escritura

Asimismo, se suele pensar siempre en la función de comunicar (cartas, cuentos, certificados) y mucho menos en la de registrar (apuntes, resumen de un libro, notas), la de aprender (trabajos, análisis de un tema, reflexiones), o la de divertir (poema, dedicatoria). Con una gama tan limitada de utilidades, es muy lógico que no encontremos motivos importantes para redactar.

En la mayoría de lenguas, las palabras más frecuentes suelen ser cortas y poco complejas fonéticamente, mientras que las polisilábicas suelen ser menos corrientes y ofrecen más dificultades.

Aunque no lo parezca, escribir es un arte;

ser escritor es ser un artista,

como el artista del trapecio

o el luchador por antonomasia,

que es el que lucha con el lenguaje;

para esta lucha

ejercítate de día y de noche.

• Si la legibilidad y el estilo llano tratan de cómo tiene que ser el escrito, esta tercera vía trata de cómo trabaja el escritor/a.

Escribir es un proceso; el acto de transformar pensamiento en letra impresa implica una secuencia no lineal de etapas o actos creativos.

La lengua es –debe ser– lo bastante dúctil y maleable para expresar cualquier dato con palabras comprensibles.

¿Quién podrá cumplir una ley que no se entiende? ¿Y quién se atreverá a quejarse o a reclamar algo, si los criterios o las vías para hacerlo no están claros?

Las dificultades en la comunicación crean desconfianza y atentan contra la convivencia social

saber no existe al margen de las personas, sino que se va construyendo a lo largo de la historia gracias a las aportaciones de todos.

Si no nos las ingeniamos por nuestra cuenta, nos quedamos para siempre con las cuatro reglas escolares de ortografía.