Ligero

Los errores componen la profecía.
Pase lo que pase, escribiré una novela.

Durante el viaje tú conduces y yo suspiro.

Me gustan las casualidades.

Ninguna lectura igualará la visión de un lago.

Porque quién os asegura que Dios no despierta
cada noche entre taquicardias.

Nunca aprendí a estar triste. Tampoco sé pasear.

Frente a mí, un chico igual de concentrado en
su libro.

Leo que la pobreza y la juventud nos harán li-
bres. Y si no libres, brillantes.

En el interior del avión, mientras la luz me alcanza la nariz, pienso en los picos nevados de
las montañas en primavera.
Y escribir ahora, aquí arriba, sería como imitar
la risa de un niño.

El poema de amor sobrevive al amor.