Dios fulmine a la que escriba sobre mí

Los objetos son inertes y sólo tienen significado en función de la vida que los emplea. Cuando esa vida se termina, las cosas cambian, aunque permanezcan iguales. Están y no están allí, como fantasmas tangibles, condenados a sobrevivir en un mundo al que ya no pertenecen.

Marguerite Yourcenar decía que una de las mejores maneras de conocer a alguien es a través de sus libros. Algo de verdad debe haber ahí.

El abrazo más necesario. Somos también lo que hemos sido para las demás.

El cambio generacional ha sido un choque que ha abierto brechas colosales entre padres e hijas.

Intento juzgarlo menos y entenderlo más, pero cuesta tanto.

Memorias de una joven formal

La idea de las femme fatales, esa mujer que te puede destruir, es uno de los tropos más discretamente misóginos de la literatura.

Una biblioteca es más que la suma de sus obras.

Ese ciclo entre no querer saber y querer saberlo todo; entre querer olvidar y querer recordar cosas que nunca se supieron. Ese «por qué» palpitando.

Va así: hay que regalar un libro, un atún de sobre y doscientos pesos, como símbolos, cada uno, de un deseo amoroso para quien recibe el paquete. Sugiero hacerlo una vez al año o cuando se quiera fortalecer la relación con alguien, darle un apapacho que diga sin decir: me importas