«Mi vida está dividida en dos partes. Los primeros veinticinco años fueron confusos: años de alegría y tristeza… No sabía lo que creía, aunque trataba de servir a una causa». «Hay que cambiar los corazones y las mentes de los hombres… y ofrecerles la visión de una sociedad en la que sea más fácil ser buenos».
Su proceso de beatificación, ya iniciado, «podría recordar a muchas mujeres de hoy lo grande que es la misericordia de Dios (…). Ella estuvo al margen de la fe y supo descubrir el camino correcto para vivir en plena coherencia con la exigencia de la fe católica» (Cardenal John O' Connor).