Desvestir al ángel

Llevo toda mi vida con el corazón metido en una cámara blindada y he perdido la llave.

Al final se había acostumbrado a llorar en secreto, a esconderse en los días malos y rechazar cualquier ayuda, asustado por si molestaba a los demás.

No sabía por dónde empezar a desahogarse, o con quién. Siempre había tenido la sensación de que abrir su corazón le traería problemas.

«Lleva enamorado de ti desde que tenía once años».

—¿Me has traído para pedirme matrimonio? —se burló, señalando uno de los escaparates dedicados a las alianzas.

—No creas que no lo pensé. Tengo en mente una fusión, y sabía que solo sería posible manipulando a un jefazo de Leighton Abogados. Elegí a Aiko porque es más mi tipo, pero no te ofendas, podrías haber sido tú.

»La cruda verdad es que no entendía nada de lo que estaba pasando. Solo me sentía bien contigo, porque no me molestabas. Ni siquiera me mirabas directamente. Estabas ahí y eso era suficiente para mí, mientras trataba de gestionarlo todo.

—Y las cosas tienen que pasar cuando tienen que pasar para que merezcan la pena —añadió con seguridad—. Ni antes, ni después.

Caleb amaba todo aquello, y se moría por usarlo para su placer.

Lo bueno de abrir los ojos y darte cuenta de que te has equivocado, es que puedes rectificar.

—Estoy fuera de servicio, y cuando no trabajo…, me gusta ser un poco malvado.