PSIQUE – EL DESPERTAR SOMBRÍO

Todo lo que no se agotaba con el mundo concebido, todo lo que no cabía dentro del pensamiento comúnmente aceptado, todo lo que no se obedecía ciegamente, todas esas cosas que ahora hacían parte de mi psique, la información que no era importante para todos los que nos querían imponer un sentido para la vida, una consciencia finita pese a que nuestros sueños y nuestra imaginación revelaban algo totalmente diferente.

Recordé que me habían enseñado que en el mundo no existía la posibilidad de alterar las cosas con solo la voluntad, con el pensamiento. Eso era imposible.

En ese tiempo yo ni siquiera imaginaba que la corriente de pensamiento de todas las personas es un mar que puede ser navegado con la concentración adecuada. Esas ideas que arribaban ociosas entre mis pensamientos inmediatos no eran más que un complejo entendimiento de la realidad.

Los Vril, sí. Son una secta de fanáticos obsesionados con la parapsicología, con lo oculto. Han considerado que este tipo de dones fueron otorgados por extraterrestres

Pero a esta persona se lo llevaron los Vril.

Tules me explicó que una de cada diez millones de personas tenía alguna capacidad perceptiva superior, llamó a esto una psique despierta, lo que quería decir que por alguna razón estas personas tenían capacidades especiales relacionadas con sus pensamientos y sensaciones.

De manera que le había entregado el control de nuevo a lo que sea que habitaba en mi interior. Era placentero, el poder fluía por todo mi cuerpo y era difícil dejarlo ir. Era yo, pero a la vez era otro, ambos actuábamos en un movimiento sincrónico.

Yo ya lo sabía, no existen personas enteramente malas o buenas, no hay tal cosa como héroes o villanos, solo malditos y malditas condenadas a la agonía de una vida que los somete donde cada cual se comporta según el tamaño de la espada que se cierne contra ellos y según la dureza de la pared que siempre, siempre, está detrás.

Estar loco es peor que ser el más terrible de los criminales.

La locura es un pecado mortal.

Tan solo un ser humano puede ser tan inconsciente, tan cínico como para encargarse de su propia destrucción a través de cosas como el tabaco y el alcohol.