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Dean Burnett

El cerebro idiota

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¿Por qué pierde discusiones con personas que saben MUCHO MENOS que usted? ¿Por qué es capaz de reconocer a esa mujer a la que conoció aquella vez que… pero no logra recordar su nombre? ¿Por qué, tras su última ruptura sentimental, se pasó varios días seguidos en el sofá, hech@ un ovillo, y sin mover más que la mano para secarse los mocos y las lágrimas de la cara de cualquier manera? He aquí por qué: por la idiotez de nuestro cerebro. Para tratarse de algo supuestamente tan brillante y evolutivamente avanzado, el cerebro humano es bastante desordenado, falible y desorganizado. Por ejemplo, ¿sabe usted que su memoria es egoísta? En serio. ¿Y que las teorías de la conspiración y las supersticiones son la consecuencia inevitable de un cerebro sano? ¿Y que el alcohol puede incluso potenciar nuestra memoria? En El cerebro idiota, el neurocientífico Dean Burnett nos hace de guía en esta visita a los entresijos de nuestra misteriosa y traviesa materia gris (y a los de la blanca también). Durante el camino, explica las imperfecciones del cerebro humano en todo su esplendor y cómo influyen estas en todo lo que decimos, hacemos y experimentamos. Fundamentado en los estudios de los grandes expertos en la materia y escrito con un estilo muy ameno, este libro es idóneo para cualquiera que se haya preguntado alguna vez por qué su cerebro parece empeñado en sabotearle la vida y qué demonios habrá ahí dentro.
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Citat

  • cheche502har citeratför 5 år sedan
    Cómo es que las personas inteligentes
    pueden despistarse de la manera más estúpida)
    El estereotipo del hombre de ciencias es el de un sabio despistado de cabellos blancos y bata de igual color (casi siempre nos lo imaginamos hombre) de edad mediana-avanzada, que habla atropelladamente y, casi siempre, de temas de su campo de estudio sin enterarse para nada del mundo inmediato que le rodea en ese momento, y que tan fácilmente puede describirnos el genoma de la mosca de la fruta como mancharse inadvertidamente de mantequilla la corbata. Las normas sociales y las tareas cotidianas le son tan ajenas como desconcertantes; sabe todo lo que se puede saber de su especialidad, pero poco o nada más allá de eso.
    Ser inteligente no es como ser fuerte: una persona fuerte lo es en todos los contextos. Sin embargo, alguien que es brillante en un contexto puede parecer un bobo de capirote en otro.
    Esto se debe a que la inteligencia, a diferencia de la fuerza física, es producto de algo tan poco dado a la sencillez y la simplicidad como es el cerebro. ¿Cuáles son, entonces, los procesos cerebrales en los que se fundamenta la inteligencia y por qué es tan variable esta? De entrada, en psicología continúa debatiéndose si los seres humanos «gastamos» uno o más tipos de inteligencia. Los datos más recientes nos indican que probablemente
  • cheche502har citeratför 5 år sedan
    Así pues, ahora ya saben lo que sabemos (o lo que creemos que sabemos). Uno de los signos generalmente aceptados de la inteligencia es ser conscientes de lo que no sabemos y aceptar que no lo sabemos. Bien por todos nosotros, entonces
  • cheche502har citeratför 5 år sedan
    podríamos entenderlo». Y cuando examinamos los aspectos científicos del cerebro y de cómo este se relaciona con la inteligencia, nos damos cuenta de cuánta verdad hay en ese aforismo. Nuestros cerebros hacen que seamos suficientemente inteligentes como para reconocer que lo somos, suficientemente observadores como para darnos cuenta de que eso no es típico ni habitual en el mundo que nos rodea, y suficientemente curiosos como para que nos preguntemos por qué eso es así. Pero no parece que seamos todavía suficientemente inteligentes como para comprender del todo de dónde procede nuestra inteligencia ni cómo funciona. Así que tenemos que recurrir a los estudios sobre el cerebro y a la psicología para obtener ideas sobre cómo se produce todo ese proceso. ¿La ciencia misma existe gracias a nuestra inteligencia y ahora usamos la ciencia para averiguar cómo funciona nuestra inteligencia? Sí, he ahí un razonamiento muy eficiente o muy circular: no soy lo suficientemente lúcido o perspicaz como para saber cuál de los dos adjetivos es el adecuado.
    Confusa, desordenada, a menudo contradictoria y difícil de entender: he ahí una descripción bastante precisa de cómo es nuestra inteligencia. Es difícil de medir e incluso de definir con cierta fiabilidad, pero, en este capítulo, abordaré la cuestión de cómo usamos la inteligencia y de cuáles son esas extrañas propiedades

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