Fausto

De nuevo os presentáis, formas aéreas, flotando a mi vista entre luz y oro. ¿Intentaré ahora como entonces detener vuestro vuelo?

Todo mi corazón a ti se entrega. ¡Aparécete de una vez, aun cuando tu aparición haya de costarme la vida!

sé más que todos cuanto necios doctores, maestros, clérigos y religiosos se conocen: ningún escrúpulo ni duda me atormentan; nada temo de todo aquello que causa a los demás espanto; pero, merced a esto mismo, no hay para mí esperanza ni placer alguno.

Apostemos a que lo perdemos aún, si

Apostemos a que lo perdemos aún, si