Brandon Sanderson

El Imperio Final

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  • EL MANAKhar citeratför 4 år sedan
    Me considero un hombre de principios. Pero ¿qué hombre no se considera tal? Incluso el asesino, según he advertido, interpreta sus acciones como «morales».

    Tal vez otra persona, al leer mi vida, me considere un tirano religioso. Puede llamarme arrogante. ¿Qué hace que la opinión de ese hombre sea menos válida que la mía propia?

    Supongo que todo se reduce a una sola cosa: al final, soy yo quien tiene los ejércitos de su parte.
  • Sashcuatohar citeratför 4 månader sedan
    En cambio, simplemente salió en silencio de la cocina.
  • Juliza Elizabeth Raymundo Garcíahar citeratför 5 månader sedan
    No sabéis lo que hago por la humanidad. Era vuestro dios, aunque no pudierais comprenderlo. Al matarme, os habéis condenado…
  • Sashcuatohar citeratför 5 månader sedan
    a.

    —Lo es.

    Kelsier negó.

    —Las casas
  • Juliza Elizabeth Raymundo Garcíahar citeratför 5 månader sedan
    Adiós. Le hablaré a Mare de ti. Ella siempre quiso tener una hija.
  • Juliza Elizabeth Raymundo Garcíahar citeratför 5 månader sedan
    Te maté una vez —dijo el lord Legislador, volviéndose hacia Kelsier.

    —Lo intentaste —replicó Kelsier. Su voz fuerte y firme se hizo oír en toda la plaza—. Pero no puedes matarme, lord Tirano. Represento aquello que nunca has podido matar, no importa cuánto lo hayas intentado. Yo soy la esperanza.
  • Juliza Elizabeth Raymundo Garcíahar citeratför 5 månader sedan
    —No dejas de amar a alguien solo porque te hace daño —
  • Juliza Elizabeth Raymundo Garcíahar citeratför 5 månader sedan
    Tal vez… tal vez pueda lograrlo, pensó Vin, a su pesar. Si alguna vez había existido un hombre que pudiera derrotar al lord Legislador, era Kelsier.
  • Juliza Elizabeth Raymundo Garcíahar citeratför 5 månader sedan
    Si vamos a hacerlo, tenemos que ser sinceros y leales unos con otros. Tenemos que admitir que no es por dinero. Es para detener eso.
  • Juliza Elizabeth Raymundo Garcíahar citeratför 5 månader sedan
    Se obligó a sonreír. No con placer, ni con satisfacción. Sonrió a pesar de la pena que sentía por la muerte de sus hombres; sonreía porque eso era lo que hacía. Así era como demostraba al lord Legislador, y se demostraba a sí mismo, que no estaba derrotado.

    No, no iba a retirarse. No había terminado todavía. Ni por asomo.
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