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—En ese caso, déjate ir y confía —dijo Sam.
—¿Qué confíe en quién? —replicó el caballero enfadado; estaba harto de la filosofía de Sam.
—No es un quién —respondió Sam—. ¡No es un quién sino un qué!
—¿Un qué? —preguntó el caballero.
—Sí —dijo Sam—. La vida, la fuerza, el universo, Dios, como quieras llamarlo