También recuerdo algunas de su cosecha personal y en especial una que siempre me decía cuando me enrabietaba siendo niña: «Señorita, no se ponga tan flamenca, que no tiene usted ni el traje». Ahora me veo utilizando el mismo tono de voz responsable que mi padre, cuando Laura se comporta sin razón como una cría de seis años, y tengo que decirle: «Laura, tía, no te pongas tan flamenca que no tienes ni el traje»