Todo parece haber conspirado para reforzar este tenaz y ancestral dogma que ninguna observación ha validado jamás: el de la pluralidad de los mundos, entendiendo por mundos los mundos habitados. Epicuro ya lo propuso mucho antes de que fuera reintroducido por Giordano Bruno, sacudiendo seriamente las Escrituras (una tesis de la que se negó a abjurar, a costa de su vida). En un universo postulado como infinito, existen otras Tierras… ¡habitadas!