—¿Pero no comprendes que he empujado a otra mujer a la muerte...? —Cristina —cortó el sacerdote con severidad—, ¿cómo puedes ser tan orgullosa? ¿Te crees capaz de pecar tanto que la misericordia de Dios no llegue hasta ti...?
juan diego esquivias padillahar citerati fjol
Cristina recordó una cosa que fray Edvin había dicho una vez. Un niño recién bautizado es tan santo como los santos del cielo. El pecado de los padres queda lavado por él, y él está aún sin pecado.
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hubiera perdido a su hijo, se habría echado al precipicio lleno de llamas, se habría apartado para siempre de la esperanza de verse un día reunida con los seres buenos y afectuosos que la amaban; se habría puesto, por la muerte, a merced del diablo.