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Edward Bunker

  • martehar citeratför 2 månader sedan
    Aunque era un chico inteligente que formaba parte del dos por ciento de la población con un nivel de inteligencia superior, su comportamiento caótico y sus problemas emocionales lo privaban de ser un buen estudiante.
  • martehar citeratför 2 månader sedan
    Qué pena —pensó— que no haya una relación directa entre el intelecto y el espíritu».
  • martehar citeratför 2 månader sedan
    Alex negó con la cabeza, no quería hablar para no dejar escapar la tormenta de emociones que se avecinaba. Las necesitaba todas para el conflicto inminente.
  • martehar citeratför 2 månader sedan
    El camino terminó en un aparcamiento. Alrededor se elevaban edificios de varios pisos con tejados amarillos; cerca de los aleros, el amarillo estaba rayado. Esos eran los dormitorios. El edificio de dirección era un armazón encalado que había conocido mejores días. El aparcamiento estaba prácticamente vacío.
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    El camino terminó en un aparcamiento. Alrededor se elevaban edificios de varios pisos con tejados amarillos; cerca de los aleros, el amarillo estaba rayado. Esos eran los dormitorios. El edificio de dirección era un armazón encalado que había conocido mejores días. El aparcamiento estaba prácticamente vacío.
  • martehar citeratför 2 månader sedan
    Oye —dijo el hombre—, mírame.

    El chico miraba al suelo. El hombre se esforzaba por encontrar las palabras, y las palabras llegaron con dificultad.

    —Tienes que comportarte como un hombre —empezó, pero se detuvo. Tras una pausa, siguió hablando—. ¿Te acuerdas del poema que aprendiste el año pasado… de Kiping?

    —Era Kipling, papá.

    —No me acuerdo del nombre pero sí me acuerdo de lo que decía. Hablaba de aceptar lo que pasa, de mantener la cabeza bien alta y ser un hombre. No es culpa mía que tengas que estar en estos sitios. ¿Qué quieres que haga?

    —Deja que me quede contigo. —El chico seguía con la cabeza agachada y arrastraba un pie.

    —Si pudiera, lo haría. Tengo que trabajar y no hay nadie que pueda cuidarte.

    —Papá, puedo cuidarme yo solo. No me meteré en líos, te lo prometo.

    Clem luchó contra la humedad de sus ojos.

    —No puedes vivir en una habitación amueblada.

    —Podemos buscar un apartamento pequeño.

    Clem negó con la cabeza. Quería abrazar al chico pero ese tipo de gestos se habían terminado. «Quizá… quizá —pensó— podamos alquilar un apartamento y contratar a una mujer que venga a ayudarnos».
  • martehar citeratför 2 månader sedan
    Alex se fue con el entrenador. No le interesaban los deportes pero ansiaba atención y temía conocer al resto de chicos de su casa. Recordó cómo lo habían visto por primera vez. Quería caerles bien y que lo aceptaran, lo que ocurría la mayoría de las veces, aunque solo con los marginados y con los problemáticos
  • martehar citeratför 2 månader sedan
    —He hablado esta mañana con el señor Trepesanti sobre ti, Alex. Sé que eres un chico inteligente con muchos problemas. No importan los líos en los que te hayas metido en otros lugares, solo lo que hagas aquí. Has hecho mal en llegar tarde. Podía haber pensado que te habías escapado pero Sammy me dijo dónde estabas. Aun así, debes recordar que la vieja Cavendish es quien manda aquí.

    Odiaba a la gente que «mandaba», que esperaba obediencia por el simple hecho de ser quienes eran, no porque lo que ordenaban fuera correcto, justo. La mujer siguió hablando sobre lo bueno que era el señor Trepesanti, cómo quería a todos los chicos, y aunque aquello no era tan bueno como un hogar normal con un padre y una madre, el personal trabajaba para que se sintieran lo mejor posible
  • martehar citeratför 2 månader sedan
    Edgar Rice Burroughs
  • martehar citeratför 2 månader sedan
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