Ana Pessoa

Mi mamá dice: Te viene la historia, porque mi abuela también dice así. A mí se me hace rara esa expresión. No la entiendo muy bien. Es como si tuviera la historia metida entre las piernas, la historia del tiempo y del espacio, la historia de la humanidad

Yo, por ejemplo, no me acuerdo de mi principio. Nadie se acuerda de su principio. Eso también es raro. De pronto, cuando nos damos cuenta, ya estamos sucediendo, ya vamos a la mitad, ya somos una persona.

oy una niña por ti.
Si nos hubiéramos despedido con una despedida —con un beso, por ejemplo, o un abrazo, un apretón de manos, un gesto a lo lejos, un coscorrón, una cachetada, cualquier cosa, Julio Pirata—, si nos hubiéramos despedido como se despiden los seres humanos, te diría precisamente eso: que soy una niña por ti.

también me enteré de que tengo la naturaleza adentro, las fases de la Luna, el ciclo menstrual

Yo entiendo a esa planta, Julio. Se la vivió metida en un rincón de la sala, como si estuviera castigada. Es posible que no le gustara la vida.
A mí a veces no me gusta la vida pero tampoco me gusta la muerte.

A los doce años y medio soy un pedazo de naturaleza incompleta

fue sino hasta entonces cuando me di cuenta de que la menstruación era eso: la tierra, la humanidad y la vida.

Es como si tuviera la historia metida entre las piernas, la historia del tiempo y del espacio, la historia de la humanidad.

periodo son las paredes del útero desmoronándose.

Imagínate, Julio: una casa que se cae.

El periodo es eso. Es una monstruación.

Estoy aprendiendo a no quererte. Lo decidí el otro día. Te vi desde mi ventana, tú y aquella muy agarraditos, y juré que nunca más te iba a querer