Manuel Villegas

El ser humano no puede evitar los conflictos propios de la existencia, pero puede asumir una actitud responsable frente a ellos. Esa responsabilidad es fruto de la autonomía o capacidad de gestionar por sí mismo las dificultades existenciales.

Nuestras vidas deben regularse no solo por nuestros propios deseos y sentimientos, sino también por nuestra preocupación por los deseos y sentimientos de los demás, expresados como convenciones y normas sociales de comportamiento ético

La tendencia dominante en ámbitos psiquiátricos, jurídicos y periodísticos a atribuir los conflictos psicológicos a un mal funcionamiento del cerebro ha tenido el perverso efecto de dejar al ser humano desprovisto de su responsabilidad y, en consecuencia, sujeto a su destino genético, biológico o ambiental, sin posibilidad de cambio.

La palabra «ley» está relacionada etimológicamente con el concepto de «ligar» o cohesionar la sociedad. Cuando una sociedad carece de leyes, estas son sustituidas por los mitos que fundamentan la «re-ligión», es decir, la cohesión social a través de las creencias compartidas. De modo que la suposición de que la humanidad ha subsistido desde el origen de los tiempos de una forma anárquica o ácrata, sin una organización social interna, es ilusoria.

No estamos determinados esencialmente, pero estamos condicionados cultural y socialmente. La libertad consiste en superar los condicionamientos, pero sin negarlos, sino utilizándolos, convirtiendo los obstáculos en instrumentos de realización. Liberarse significa sacarse de encima determinados condicionamientos que impiden la libre autodeterminación

Autodeterminarse significa utilizar las condiciones como bases para la acción. Esta es la base de la conciencia o moral autónoma.

Naturaleza y sociedad son factores de determinismo (constituyen la facticidad humana) frente al indeterminismo de la existencia (libertad). En consecuencia, es posible la autodeterminación en el bien o en el mal, porque la libertad implica responsabilidad y, en este sentido, fundamenta una moral. La libertad no se produce automáticamente, se consigue.

La moral, concluye Sartre (1983, 2004), es inevitable y necesaria, porque cada hombre, en un mundo sin Dios como el que nos legaron el Modernismo y la Ilustración, continúa siendo responsable de sus relaciones con el mundo entero (Umwelt, ética ecológica), con los demás (Mitwelt, ética social e interpersonal) y consigo mismo (Eigenwelt, ética psicológica y existencial).

regulación en virtud de su adscripción a su origen natural (φυσις, del griego physis, naturaleza), o social (νομος, del griego nomos, convención, regulación o criterio social).
Dado que el comportamiento humano, a diferencia del animal, que viene determinado por la naturaleza (physis), se ve condicionado por las convenciones sociales, los distintos sistemas de regulación recibirán su denominación en función de su momento evolutivo de formación en relación a la aparición del nomos: anterior (pre-nomía) o carente (a-nomía) de regulación social (nomos), determinado por ella de forma impersonal (hetero-nomía) o inter-personal (socio-nomía), cuya síntesis se logra en la auto-nomía.

mayoría de nuestras decisiones siguen este proceso: intentan identificar lo que más nos conviene y satisface (pre-nomía y a-nomía), a la vez que adaptarse a las condiciones externas (hetero-nomía y socio-nomía), tanto impersonales como interpersonales.