padre desapareció cuando el Indio y ella eran dos pendejos con las rodillas llenas de costras y las narices goteando mocos. Su madre no esperó un día para sacarlos de Santiago y subirlos a un barco que navegó meses enteros hasta llegar a tierra firme
josefinamartinezhar citeratför 2 månader sedan
Aquí las casas tienen número y están dispuestas en calles con nombre y apellido, si no somos nada aborígenes, estamos bien organizados, desde la Conquista hasta el día de hoy que nuestras casas tienen ubicación exacta para que la gente y las cartas lleguen sin problemas.
josefinamartinezhar citeratför 2 månader sedan
Pensé que ése sería el posible fin para una historia como la nuestra. Colgaríamos el teléfono y seguiríamos nuestras vidas como debe ser. Tú en Santiago, yo en nuestra casa, allá en el Mediterráneo, o en algún piso que arrendaría en la ciudad.
josefinamartinezhar citeratför 2 månader sedan
Maldigo al Indio. Pienso que es un estúpido, cómo tuvo semejante ocurrencia. Mi madre habría estado mejor en un cementerio, cerrada y enterrada, completa y no deshecha en cenizas con destino a un río podrido de Santiago de Chile.
josefinamartinezhar citeratför 2 månader sedan
N Del E: Mapocho fue publicada originalmente en Chile el año 2002. La novela fue finalista del Premio Herralde y obtuvo el Premio Municipal de Santiago de Literatura. El año 2012 fue publicada en Austria y Alemania por el sello Septime Verlag, y el 2017 en Italia por Gran Via. Para esta edición se han realizado modificaciones acordadas con la autora.
josefinamartinezhar citeratför 2 månader sedan
que el Mapocho está ahí, siempre lo ha estado, fluyendo en el patio de nuestra casa, morocho, mugriento y hediondo, intentando recordar algo nuestro que no sabemos o no queremos saber
josefinamartinezhar citeratför 2 månader sedan
Y como en un déjà vu se me asomaron a la cabeza las fotografías del 73, y todos los cadáveres que hemos ido a lanzar al río, como quien lanza un desperdicio al tacho de la basura.
josefinamartinezhar citeratför 2 månader sedan
Hace dieciocho años escribí gran parte de este libro en un piso de Barcelona. Ahora estoy otra vez aquí, sentada igual que entonces frente al teclado