Para ello sólo tenemos que pensar una cosa: realmente no sabemos quién hay a ese otro lado, ni quién se está comunicando con nosotros. Mientras seamos conscientes de esto, lo seremos también de que no podemos fiarnos por muy buenas palabras que tenga con nosotros. Si nos olvidamos de esto por un instante, antes o después caeremos en las terribles garras de la confianza y seguramente sucumbire