Los trastes sucios

Con una tortilla

Adoro, entre otras cosas,
el taco de chile relleno de queso
—sin albur, hablando en serio del hambre y del gusto—.
Paradójicos sabores que vinculan elementos muy dispares:
dulce, suave picor, queso de vaca, planta de chile,
firme capa de huevo (pollo), contenedor de maíz aplastado.
Hoy, debo escribir la historia intuitiva del chile relleno,
de cómo alguien introdujo un lácteo en un vegetal
y lo echó en aceite.
Debo hacerlo porque me encuentro a mí misma
igual de increíble y contrastante: picosa pero sabrosa.
Somos el plato fuerte, pero botanero. Y así, sucesivamente.

Hay cosas de las que no quiero enterarme

de todas las hierbas e ingredientes inconexos que tiene un mole

Cuestión de botánicos, en una conferencia aburrida
de un viernes hermoso, mientras las grandes nubes pasan.

Por eso la ciencia y las artes son la punta de lanza
en el catálogo de productos hechos por el hombre,
que, si me preguntas, nuestra única producción autogestora
es la depositada en el baño.

estoy aburrida y cansada
de ser pulpo y creer en mi tinta —lo único verdadero.

Si no escribo lo que escribo,
se me olvida;
Si no amo lo que amo,
se me va…

Rosario Castellanos y Woolf y Pizarnik podrían comentar sus textos mientras comen unos tacos de canasta afuera del metro Portales. La combi no pasa, la lluvia cae sucia sobre las calles, la buscada epopeya de lo mínimo se vuelve elegía por lo que no será.