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Pedro Olalla

  • Kimota Brandomín Nogueirahar citerati fjol
    Ἅλς [hals] llamó la lengua griega al mar hace milenios, como tratando de repetir su voz. De ese nombre aprendieron después nuestras lenguas a llamar a la sal.

    Ya ves, Silvano, hablamos con palabras cuyo remoto origen se ha ido difuminando poco a poco en la memoria de los hombres.
  • Kimota Brandomín Nogueirahar citerati fjol
    A decir verdad, no hay mar si no hay sal; y, tal vez por esa identidad, goce la sal de tanto arraigo en esta milenaria cultura marina. La sal como don divino,5 la sal como alimento, la sal como cura,6 la sal como estipendio
  • Kimota Brandomín Nogueirahar citerati fjol
    Y si ἅλς [hals] es la sal y es el mar, lo que está junto al mar se llama παραλία [paralía], que es como tú aprendiste de niño a llamar a la playa. Playa, plage, praia, spiaggia…
  • Kimota Brandomín Nogueirahar citerati fjol
    Puede que el mundo, entonces, ya estuviera creado; pero, en aquel momento, en el momento en que nació el lenguaje como entramado de comparaciones, el hombre comenzó a recrearlo de nuevo. ¿Te das cuenta, Silvano? Si lo que ahora te digo fue realmente así, el lenguaje no sería otra cosa que el testimonio de una lectura poética del mundo.
  • Kimota Brandomín Nogueirahar citerati fjol
    Miro la orilla a esta hora aún temprana e imagino sin esfuerzo al joven Demóstenes disertando en solitario ante las olas. Los guijarros de la playa le enseñaron a hablar.
  • Kimota Brandomín Nogueirahar citerati fjol
    curioso, Silvano; en griego, cada piedra tiene su nombre, y, poco a poco, entenderás por qué: la piedra de los montes se llama πέτρα [petra]; la roca áspera de los cantiles, βράχος [vrahos]; la piedra pequeña y dura, στῖον [stíon]; la piedra tallada, λίθος [lithos]; pero sólo la piedra suave y ovalada que ha lamido el mar puede llamarse λᾶας41 [laas].
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